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Los potajes, el bacalao y las torrijas encaran su punto álgido del año hasta la Pascua.

Las siete semanas de Cuaresma que empezaron el pasado Miércoles de Ceniza tienen una gastronomía propia, que se remonta cientos de años atrás en la historia de los fogones y que se basa fundamentalmente en los potajes, el bacalao y las torrijas; un postre, este último, exquisito, que desde el siglo XIX está ligado a este período del calendario cristiano pero que era conocido de antiguo porque ya lo tomaban las parturientas en Roma.

Para la Iglesia Católica, el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo son días de ayuno (solo una comida importante, sin carne, al caer el día), y todos los viernes de Cuaresma (hasta la Pascua de Resurrección) lo son de abstinencia de comer carne, aunque se puede tomar pescado porque desde la antigüedad se pensaba que los pescados no eran carne ya que su organismo era «frío», no «caliente» como el de mamíferos y aves.

Para conocer más sobre la comida típica de estas fechas, accede a esta noticia:

https://www.diariodeburgos.es/Noticia/Z855E13FD-01B9-96EC-C51543FD32FCD759/202303/Gastronomia-de-Cuaresma